Desastre electoral: Los peores dirigentes del PAN, PRI y PRD en la historia de Puebla

Augusta Díaz, Néstor Camarillo y Carlos Martínez los señalaron como los peores dirigentes del PAN, PRI y PRD, respectivamente, en la historia política de Puebla. Bajo su liderazgo, estos partidos han sufrido la derrota más significativa y dolorosa de su trayectoria, sin que hasta el momento hayan ofrecido una disculpa pública.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), bajo la dirección de Carlos Martínez, nunca logró convertirse en un verdadero instrumento de cambio social, sino que se transformó en un partido familiar preocupado únicamente por mantener sus privilegios. La salida de Martínez Amador y su equipo de la política poblana no la lamentaran muchos, pues su gestión dejó mucho que desear.

En una sorprendente alianza, Acción Nacional (PAN) y PRD, antiguos rivales acérrimos, unieron fuerzas en un desesperado intento por recuperar el poder perdido, un objetivo que ahora parece más lejano que nunca. Esta coalición se vio como una medida desesperada que no logró los resultados esperados.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), bajo la dirección de Néstor Camarillo Medina, se encuentra en una situación aún más crítica. La desesperación en el partido es tal que ya se discuten reformas en sus estatutos, un cambio de nombre y hasta de logotipo. El PRI ha caído a ser la cuarta fuerza política en el Estado de Puebla. A pesar de estar al borde del colapso, Néstor Camarillo será senador a partir de septiembre y Delfina Pozos ocupará una curul como diputada local. Las ruedas de prensa del PRI reflejan su decadencia, rodeadas de militantes desconocidos y sin peso político. Del poderoso PRI de Melquiades Morales o Mario Marín no queda ni rastro.

El PAN también ha demostrado ser incapaz de ganar sin Rafael Moreno Valle. Los mismos rostros de siempre, como Genoveva Huerta, Lalo Rivera, Rafa Micalco y Mónica Rodríguez, no han comprendido el mensaje de las urnas. La aplastante derrota electoral debería haber sido una llamada de atención, pero parece que la lección no ha sido aprendida.

Mientras Eduardo Rivera Pérez y sus candidatos permanecen en las sombras, Mario Riestra y su equipo han reconocido el momento histórico que enfrentan. El PAN se encuentra en una encrucijada: puede seguir apostando por los mismos líderes de siempre o puede escuchar a sus bases y optar por una renovación auténtica.