El Congreso francés ha iniciado un proceso para destituir al presidente Emmanuel Macron, impulsado principalmente por los partidos de izquierda. La medida fue promovida por La Francia Insumisa (LFI), el partido de Jean-Luc Mélenchon, como respuesta a la reciente designación de Michel Barnier como primer ministro en lugar de la candidata de izquierda Lucie Castets.
A pesar del voto favorable de doce miembros de la mesa de la Asamblea Nacional, todos de izquierda, diez rechazaron la propuesta, lo que refleja las divisiones internas del órgano legislativo. No obstante, la iniciativa se enfrenta a un camino complicado, ya que la izquierda sigue siendo una minoría en el parlamento.
División en las fuerzas políticas
El Partido Socialista (PS) apoyó la tramitación del proceso, pero ya ha anunciado que no respaldará la destitución en las siguientes fases del procedimiento. El PS argumenta que este mecanismo, originalmente pensado para situaciones de alta traición, no aplica al actual contexto político en Francia.
El proceso necesitaría el apoyo de dos tercios de los parlamentarios, una cifra difícil de alcanzar sin la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, que ha descartado sumarse a la iniciativa.
Proceso con pocas posibilidades de éxito
A pesar de la presión de la izquierda, el procedimiento de destitución parece destinado al fracaso, dada la falta de apoyo de partidos clave y las diferencias dentro de las propias fuerzas opositoras. Sin una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional, la iniciativa se queda como un símbolo de la disconformidad con las decisiones de Macron, más que una amenaza real a su mandato.