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Tu celular te espía ¿Tú lo permites?

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Por: Eduardo Rivera Santamaría

 

La dimisión de un jerarca católico muestra las consecuencias en el mundo real de las prácticas de las industrias estadounidenses en materia de recolección de datos.

 

La “privacidad de datos” es uno de esos términos que parecen desprovistos de toda emoción.

Es como un refresco sin gas.

Al menos hasta que los fracasos en el País, en la creación de protecciones de privacidad de datos, incluso básicas, tienen grandes repercusiones.

 

La semana pasada, un alto jerarca de la Iglesia católica en Estados Unidos dimitió después de que un sitio de noticias reveló que tenía datos de su teléfono móvil que parecían mostrar que el administrador utilizaba la aplicación de citas LGBTQ  y acudía regularmente a bares gay.

 

Los periodistas tuvieron acceso a los datos de los movimientos y huellas digitales de su celular durante tres años y pudieron rastrear los lugares a los que acudía.

 

Sé que Ud amable lector tendrá sentimientos encontrados al respecto.

 

Algunos creerán que es aceptable utilizar cualquier medio necesario para determinar si un personaje público incumple sus promesas, aunque se trate de un sacerdote que pudo haber roto su voto de celibato.

 

Sin embargo, para mí, la noticia no se trata de un solo hombre.

 

Se trata de una falla estructural que permite que existan datos en tiempo real sobre tus movimientos y que se usen sin nuestro conocimiento o verdadero consentimiento.

 

Este caso muestra las consecuencias tangibles de las prácticas de las grandes industrias de recolección de datos que, en gran medida, no están reguladas en Mexico.

 

La realidad es que en nuestro pais hay pocas restricciones legales o de otro tipo que impidan a las empresas recopilar las ubicaciones precisas de los lugares por los que pasamos y vender esa información a cualquiera.

 

Esos datos están en manos de empresas con las que tratamos a diario, como Facebook y Google, y también de intermediarios de información por encargo con los que nunca interactuamos de manera directa.

 

Estos datos suelen estar empaquetados en masa y son anónimos en teoría, pero a menudo pueden ser rastreados hasta los individuos, como lo muestra la historia del jerarca católico.

 

La existencia de esos datos en un volumen tan grande sobre prácticamente todo el mundo genera las condiciones para un uso indebido que puede afectar tanto a los malos como a los buenos.

 

Los contratistas de defensa y las agencias militares estadounidenses han obtenido datos de localización de aplicaciones que la gente utiliza para rezar o colocar sus repisas.

 

Los acosadores han encontrado a sus víctimas obteniendo información sobre la ubicación de las personas a través de las empresas de telefonía móvil. Cuando las personas acuden a concentraciones o manifestaciones en las campañas políticas se pide información sobre los asistentes para luego enviarles mensajes.

 

Me exaspera que todavía no existan leyes federales que restrinjan la recolección o el uso de datos de localización, o simplemente las autoridades cierran los ojos ante las corporaciones para que puedan tener y usar tus datos confidenciales.

 

La mayoría de los mexicanos ya saben que los teléfonos rastrean nuestros movimientos, aunque no conozcamos necesariamente todos los detalles.

 

Y sé lo fácil que puede ser sentirse resignado y enfadado o simplemente pensar: “¿Y luego?”

 

Lo que tienes que saber sobre tu huella digital y cómo se usa para rastrearte con tu teléfono, lo sabes?

 

Perder el control de nuestros datos no era inevitable.

Fue una elección, o más bien un fracaso, durante años de los individuos, los gobiernos y las corporaciones para pensar en las consecuencias de la era digital. Ahora podemos elegir un camino diferente.

 

Incluso si crees que tú y tu familia no tienen nada que ocultar, sospecho que muchas personas se sentirían desconcertadas si alguien siguiera a su hijo adolescente o a su pareja a todas partes. Es probable que lo que tenemos ahora sea peor. Posiblemente miles de veces al día, nuestros celulares informan sobre nuestra ubicación y realmente no podemos detenerlos. (Aun así, hay medidas que podemos tomar para atenuar el asunto.

 

Sin embargo, poco a poco a lo largo del tiempo, hemos acordado colectiva y tácitamente entregar esos datos de forma voluntaria. ( inclusive sin darnos cuenta )

 

Obtenemos beneficios de ese sistema de localización, como las aplicaciones de tráfico en tiempo real y las tiendas cercanas que nos envían “regalos”

 

Te has preguntado, porque cuando platicas con alguien de un tema en particular…a los minutos abres tu celular y encuentras “publicidad” de lo que estabas platicando. Bueno, ahí tienes tu respuesta

 

Hoy, siempre te escucha

Peor aún, alguien siempre te mira desde una computadora!

 

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Eduardo Rivera Santamaría

 

Lalo Rivera Santamaría

 

Eduardo Rivera Santamaría

 

www.eduardoriverasantamaria.com

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